Como todos los años, el primer domingo de Mayo se celebra el día de la Madre. Un día para pararnos y celebrar con esa persona que siempre vela por nosotros, que permanece a nuestro lado, que nos acompaña en lo bueno y en lo malo, esa persona con la que siempre vamos a poder contar hasta el fin de sus días o de los nuestros: mamá
Da igual que nos hayan dado la vida o no, porque hay muchos tipos de madres. Las que nos han engendrado y sentido en su vientre, pero también aquellas personas, que por circunstancias, se han convertido en parte de nuestro ser y, aunque no sean nuestra madre biológica, actúan como si lo fueran.
Antes de ser madre, tenía claro cómo iba a ser mi vida, cuántos hijos iba a tener, cómo los iba a educar, su nombre e incluso cómo creía que serían sus caritas. Nada más lejos de la realidad, porque cuando te conviertes en madre, todo tu mundo da un vuelco de 180º y te das cuenta de que no puedes planificar, ni tenerlo todo bajo control, cada día es un nuevo reto. Cada noche te acuestas pensando en que mañana vas a procurar tener más paciencia y cada mañana te levantas dando gracias por poder compartir un nuevo día con tus hij@s, por muy caótico y estresante que sea. Nadie nos dice lo complicado que es la maternidad ni todos los sentimientos encontrados con los que vamos a tener que lidiar. Pero lo que sí está claro, es que es la experiencia más increíble que todas aquellas mujeres que decidan serlo, van a experimentar el resto de su vida.
Cuando eres madre, tu vida pasa a un segundo plano, lo primero son tus hij@s. Dejas de pensar en ti y pasas a centrarte en lo que es mejor para ell@s (está claro que tener unos ratitos para nosotras, es de agradecer, pero seamos realistas, no siempre podemos tenerlos)
Hasta ese momento, no conocías en verdadero amor, el más puro e incondicional y es a partir de entonces que te preguntas, cómo has podido vivir antes sin ese ser maravilloso que acaba de llegar a tu vida y sientes que, hasta ese día, has estado viviendo con las manos vacías.
Cuando te conviertes en madre, entiendes perfectamente a la tuya, sus desvelos, consejos, sus preocupaciones, sus llama cuando llegues, ya no te parece que todo sea exagerado y es justo en ese instante cuando eres consciente de que ella ha aparcado su vida para que tú puedas vivir la tuya, ella es la que te ha mostrado el mundo tal y como es y ella es la que te ha enseñado a desplegar tus alas, pero siempre llevando mucho cuidado para no lastimarte.
A ti mamá, que has dejado a un lado tus ilusiones por las mías, que has batallado mis guerras como si fueran tuyas propias, tú, que siempre has estado secando mis lágrimas y celebrando mis logros… no me da la vida para agradecerte todo lo que has hecho y luchado por mi, necesitaría mínimo 7, como los gatos… Ojalá mis hijos me miren con los mismos ojos que yo te miro a ti.
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